Por: Tany G Fernández G
Tengo un vicio
al que ya no le interesan
las monedas ahorradas en mi bolsillo.
Desde hace un tiempo
ha cambiado su cobro
por lo inevitable.
Tengo un vicio
que se apodera de mis horas
de mis amantes,
de mis libros.
Me perturba y me persigue,
este vicio hace de mí
un ser disminuido.
Y no basta con persignarme
Dios tiene muchos encargos
como para darme alguna solución.
Este vicio.
Éste es mi vicio
y me encarno a él,
al fin y al cabo,
nada tiene que ver contigo.
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