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PIEDAD BONNETT
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Piedad Bonnett, nació en Amalfi, Antioquia, Colombia en 1951. Es poeta, dramaturga, ensayista, columnista y novelista. Licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes (Colombia) y profesora de esta Universidad desde 1981. Tiene una maestría en Teoría del Arte, la Arquitectura y el Diseño en la Universidad Nacional de Colombia.

Ha hecho un largo camino en el terreno de la poesía. En ese andar, su voz se ha ido transformando a partir de sus lecturas, de sus experiencias, de la reflexión sobre su quehacer, y por supuesto, del tiempo (Colección Visor de Poesía, 2015). Es así como su obra poética le ha merecido innumerables premios y reconocimientos.

Ha publicado ocho libros de poemas: De círculo y ceniza (Ediciones Uniandes, 1989, reedición de 1995), Nadie en casa (Ediciones Simón y Lola Gubereck, 1994), El hilo de los días (Norma, 1995),  Ese animal triste (Norma 1996), Todos los amantes son guerreros (Norma 1998) Tretas del débil (Alfaguara, Punto de lectura, 2004) Las herencias (Visor, 2008),  y Explicaciones no pedidas (Visor, 2011), Poesía reunida (Lumen, 2015). Poemas suyos han sido traducidos al italiano, al inglés, al francés, al sueco, al griego y al portugués. 

También es autora de cuatro novelas: Después de todo (2001)  Para otros es el cielo (2004) Siempre fue invierno (2007) y El prestigio de la belleza (2010), y de unas memorias sobre la muerte de su hijo, Lo que no tiene nombre (2013) obras todas ellas publicadas por Editorial Alfaguara. También ha escrito cinco obras de teatro, Gato por liebre,  Que muerde el aire afuera, Sanseacabó, Se arrienda pieza, y  Algún día nos iremos, montadas por el Teatro Libre bajo la dirección de Ricardo Camacho (Piedad Bonnett, 2013).

CONTEXTO HISTÓRICO

Durante el siglo XX, Colombia tuvo una serie de acontecimientos marcados por los cambios y las vicisitudes. "Fue el siglo contradictorio de la paz y de la violencia. Se inició con las promesas de bienaventuranza que pusieron fin a la guerra de los Mil Días, y terminó con la oleada de violencia generada por la caótica mezcla de subversión, paramilatarismo y narcotráfico" (banrepcultural, 2017, p.1).

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Reclutamiento en la Plaza de Bolívar, en Bogotá

A mediados del siglo, dejó a la vera de los caminos más de 200 mil víctimas. La violencia hizo que Piedad Bonnet (de ocho años) y sus padres, salieran de su tierra natal (un pueblo escondido y olvidados en las montañas antioqueñas: Amalfi) para refugiarse en Bogotá.

En ese medio de supervivencia personal y mental, de una Bogotá, extraña a los exilios de tantos compatriotas, Bonnett se abrió camino con dificultad, manifestando siempre una rebeldía con causa. "De joven fue una mujer valiente ante los desafíos, pero dentro lleva un alma quebradiza que se mitiga en la lectura y hace catarsis en la escritura. Estos tanteos del alma desgarrada, se asemeja a otros de sus colegas literarios como Pablo Neruda, César Vallejo, Emily Dickinson, Juan Rulfo, Barba-Jacob, entre otros" (Salazar, 2014, p.1).

ESTILO POÉTICO

La poesía de Piedad Bonnett se caracteriza por un estilo llamado: poética de lo cotidiano. En su obra se ocupa de las preocupaciones íntimas y colectivas, profundamente arraigadas a su experiencia vital y expresan la visión de la mujer de clase media en un país desgarrado por múltiples violencias, desigualdades y conflictos.

"Explorar el horizonte de lo cotidiano es una condición de la poesía contemporánea. Corresponde a una búsqueda del ser en la modernidad como una especie de ‘épica de la sencillez’. Aquí, la voz poética de Piedad Bonnett, ahonda en la crisis aguda de lo moderno, se adentra en la desesperanza, escudriña en el sinsentido de los actos humanos, se asoma en el abismo del vacío y contempla el horror de la condición humana (la llamada crisis de la modernidad tardía), para darle forma, para comprender y alcanzar una suerte de educación sentimental, emocional y mental" (Rodríguez, 2007, p.128).

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De la biblioteca personal

Editorial Lumen. Bogotá, Colombia.

2016

De la biblioteca personal

En Bonnett, su obra gira en tomo a la construcción simbólica del individuo en la vida cotidiana  a través de la expresión con palabras sencillas, que buscan nombrar lo profundo de la esencia humana en los actos banales. Así mismo, traduce las ideologías y las experiencias vitales del hombre contemporáneo (Rodríguez, 2007).

 

​​Es así como la poesía de Piedad Bonnett, se configura dentro de una estética de lo cotidiano, "lo cotidiano como el lugar fundamental de intersección entre el individuoy la sociedad” (Lindón, p.9); lo cotidiano como el espacio del acontecer diario desde el nacimiento hasta la muerte “donde hombres y mujeres dicen, hablan y hacen su vida” (Restrepo, 1991, p.64). La autora entonces, presenta una necesidad de comunicar lo doméstico como una forma de acercamiento a otras realidades. De manera que, tiende a contar las cosas como son, como aparecen en el mundo de manera instantánea y que hacen parte tambien, de la imaginación creadora del poeta.

Adicionalmente, su poesía presenta cierto grado de crítica donde "se cobija el alma del sujeto contemporáneo ane la crisis del sentido del mundo" (Rodríguez, 2007, p.129). 

INFLUENCIAS
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Jorge Luis Borges

Antonio Machado

Blanca Varela

César Vallejo

DESDE SU VIVA VOZ:
Piedad Bonnett
SUS POEMAS
Poema representativo

Palabras Iniciales 18

Poema recomendado

Apelación

Desde la ventanilla del viejo bus

veo el mundo correr,

 

los árboles correr,

correr el viento,

 

el niño que dice adiós correr,

el postigo, la alambrada, el camino.

 

¿son ellos

los que se van,

 

son ellos que huyen?

 

Mi hermana y yo llevábamos abrigos:

ellos rojo y yo azul,

 

mi hermano duerme.

 

No lloren,

madre,

padre,

 

el llanto de un adulto es una piedra

en la espalda de un niño silencioso.
 

Poema no popular

Saqueo

Muerte, vieja fisgona, solapada alcahueta,

descarada inquilina de cuerpos aún calientes,

militante secreta de la nada,

boca obscura que a todos nos devoras

y a todos nos trituras

y a todos nos escupes convertidos en polvo:

ya te estoy esperando,

ya vi tu ojo de sangre sonreirme

y me escupió tu rancio aliento en el rostro.

Por ti este sol que hace nacer las sombras duele tanto

y el día se hace breve como un gesto;

hace ya muchos días que por dentro te llevo,

que por mí te derramas como un cáncer espeso.

Aquí estoy, dócil presa a tu avidez rendida:

arráncame los ojos con tu mano enlodada,

prívame de la herida de la trade,

del oso embravecido que pinta aquella nube,

de la mancha escarlata del envés de esta hoja.

Devórame la piel,

niégame el humo

que al borde de la noche huele a infancia.

Rompe todas las cuerdas, destruye los violines,

gangrena la garganta de los pájaros.

Destroza mi estructura hueso a hueso,

conviérteme en arena, en polvo, en nada,

pero déjame, virgen asesina,

la inocente ilusión de la palabra.

Como un depredador entraste a casa,

rompiste los cristales,

a piedra destruiste los espejos,

pisaste el fuego que yo había encendido.

 

Y sin embargo, el fuego sigue ardiendo.

 

Un cristal me refleja dividida.

Por mi ventana rota aún te veo.

(Con tu cota y tu escudo me miras desde lejos)

Y yo, mujer de paz,

amo la guerra en ti, tu voz de espadas,

y conozco de heridas y de muerte,

                                        derrotas y saqueos.

 

En mi hogar devastado se hizo trizas el día,

pero en eterna noche aún arde el fuego.
 

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Recital mambogota Museo de Arte Moderno

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Literatura y duelo

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