
SHARON OLDS

Poeta estadounidense, nació en San Francisco (California) en 1942. Es una de las voces más destacadas de la poesía norteamericana contemporánea. Ganadora de varios premios prestigiosos, entre ellos el Premio Pulitzer y el National Book Critics Circle Award. Es conocida por su estilo libre y personal, accesible y directo, preciso y versátil, con el que aborda temas cotidianos o profundiza en otros como la muerte, la condición humana, el amor, el erotismo y el sexo (Valparaíso Ediciones, 2019).
Fue criada con sus hermanos como "Calvinistas del fuego del infierno", como ella lo describe. Su padre era un alcohólico que a menudo era abusivo con sus hijos. En sus escritos a menudo se refiere al momento (o posiblemente incluso) cuando su padre la ató a una silla. La madre de Olds a menudo tenía demasiado miedo de ayudar a sus hijos (The Barclay Agency, 2015).
Asistió a la Universidad de Stanford y se graduó en la de Columbia en 1972. Tenía treinta y siete años cuando publicó, en 1980, su primer libro de poemas. A raíz de aquel éxito fue entregando otros poemarios, siendo, tal vez, los más representativos, Los muertos y los vivos (1984), La celda dorada (1987), El padre (1992), El salto del ciervo (Premio Pulitzer, 2013) (Valparaíso Ediciones, 2019).
CONTEXTO HISTÓRICO

Foto sin descripción
El estricto ambiente religioso en el que se crió Olds tenía ciertas reglas de censura y restricción. A Olds no se le permitía ir al cine y la familia no tenía televisión. En cuanto a la literatura otorgada en el hogar, Olds dijo una vez que ganó un concurso de canto en el coro de la iglesia. "El premio era un libro de niños mártires que habían sido asesinados por su creencia y murieron muy cortésmente". Le gustaban los cuentos de hadas, y también leía las revistas Nancy Drew y Life (Amy Shuterland, 2015)
En cuanto a sus propios puntos de vista religiosos y su exposición al arte literario religioso, dice que por naturaleza era "pagana y panteísta" y señala: "Estaba en una iglesia donde había tanto gran arte literario como mal arte literario, el gran arte siendo salmos y el mal arte siendo himnos. Los cuatro latidos eran algo que era parte de mi conciencia desde antes de nacer ". Ella agrega: "Creo que tenía unos 15 años cuando me concebí como atea, pero creo que fue muy recientemente que realmente puedo decir que no hay nadie allí con un cuaderno haciendo marcas en tu nombre (The independent, 2006).
ESTILO POÉTICO
Los poemas de Sharon Olds se caracterizan por letras autobiográficas, muchas de ellas cargadas de erotismo, violencia o ambas. Ella escribe con frecuencia sobre su padre sádico; su madre victimizada; su infeliz hermana y hermano; su amoroso y lujurioso esposo; y su hijo e hija (www.enotes.com).
El mejor de estos poemas es fluido, sorprendente en su inmediatez y lleno de comentarios sobre los genitales de los miembros de su familia. Sus poemas a veces perversamente cómicos sobre su bestial padre evocan una versión contemporánea del famoso poema de Sylvia Plath "Papi". Sin embargo, los poemas obsesivos de Olds sobre su padre, quien, según un poema, la ató a una silla y le negó la comida, son más descaradamente autobiográficos que los de Plath. En el curso de sus varias colecciones, los miembros de la familia de Olds evolucionan en personajes de carne y hueso cuyo significado reside en su particularidad más que en su universalidad (www.enotes.com).

Con un valor inquebrantable y una profunda inteligencia moral, con una fe inquebrantable en la necesidad de investigar la experiencia, Sharon Olds ha creado una obra de vida de notable poder. Los ritmos de conducción y las ingeniosas estructuras de sus poemas están al servicio de un examen riguroso de su propia vida y la de quienes la rodean. Al escribir con tanta franqueza y claridad, Olds ha otorgado permiso a los poetas más jóvenes, especialmente a las mujeres, para hablar. Sus poemas, en su evocación de trauma o deseo, en su dolor, alegría y comedia, han abierto nuevas posibilidades para la poesía en nuestro tiempo. Ella es una maestra estadounidense y un tesoro nacional (www.poets.org). Y de esta manera, a veces, Olds celebra sus conexiones, como mujer, con todo el mundo.
INFLUENCIAS

William Shakespeare

Emily Dickinson


Walt Withman
Edna St. Vincent Millay
DE SU VIVA VOZ:
Sharon Olds
SUS POEMAS
Poema representativo
Satán Dice
Estoy encerrada en una cajita de cedro
que tiene un cuadro de pastores pegado
al panel central entre tallas. La caja descansa sobre unas patas curvas.
Tiene una cerradura de oro en forma de corazón
y carece de llave. Intento escribir mi
salida de la caja cerrada,
de fragante cedro. Satán
se acerca hasta la hermética caja
y me dice: Te sacaré. Di
Mi padre es una mierda. Digo
que mi padre es una mierda y Satán
se ríe y dice: Se está abriendo.
Di que tu madre es una alcahueta.
Mi madre es una alcahueta. Algo
se abre y rompe cuando lo digo.
Mi columna vertebral se despliega en la caja de cedro
como el dorso rosado del broche de bailarina
que, con un ojo de rubí, yace a mi lado,
sobre el raso, en la caja de cedro.
Di mierda, di muerte, di que el padre se joda,
me dice Satán al oído.
El dolor de un pasado encerrado zumba
en la caja infantil sobre su cómoda, bajo
el terrible ojo redondo del estanque
punteado de rosas al aguafuerte, donde
el desprecio de sí misma se encaraba con la tristeza.
Mierda. Muerte. Que se joda el padre.
Algo se abre. Satán dice:
¿No te sientes mucho mejor?
La luz parece romperse en el delicado
broche de edelweiss, tallado en dostonos de madera. También le quiero,
sabes, le digo a Satán en la oscuridad
de la caja cerrada. Los quiero a ambos pero
intento explicar qué nos sucedió
en el pasado perdido. Claro, dice
y sonríe, claro. Ahora di: tortura.V
veo, a través de la negrura impregnada de cedro,
el borde de una gran bisagra abierta.
Di: la polla del padre, el coño
de la madre, dice Satán, y te sacaré.
El ángulo de la bisagra se abre
hasta que se ve el contorno del
tiempo antes de existir yo, cuando ellos yacían
abrazados en la cama. Cuando digo
las palabras mágicas, Polla, Coño,
Satán dice suavemente, Sal de ahí.
Pero el aire en torno a la abertura
es pesado y espeso como un humo ardiente.
Pasa, dice, y siento su voz
respirando desde la abertura.
La salida pasa por la boca de Satán.
Entra en mi boca, dice, ya estás,
y la enorme bisagra
empieza a cerrarse. No, también
los quería, tenso
los músculos del cuerpo
dentro de la casa de cedro.
Satán sale por succión del ojo de la cerradura.
me deja en la caja, sella
con el lacre de su lengua la cerradura en forma de corazón.
Ahí tienes tu ataúd, dice Satán.
Apenas oigo;
Caliento mis frías
Manos contra el ojo de rubí
De la bailarina-
El fuego, la súbita revelación de lo que es el amor.

Illustración por Rebecca Clarke
Poema recomendado
El pene del PAPA
Cuelga en lo profundo de su bata,
un delicado badajo en el centro de una campana.
Se mueve cuando él se mueve, como un pez fantasmal
en un halo de algas plateadas, con el pelo ondeante
en medio de la oscuridad y el calor.
Y en la noche, mientras los ojos duermen, él se levanta
para alabar a Dios.
***
Ahora que entiendo,
quiero pensar en tu terror:
entre tus piernas, una niña loca de amor;
el cuerpo largo, fresco, joven, delgado
como pastillas de jabón; los pechos redondos y elevados,
burbujas opalescentes; dieciocho años, nunca antes tocada.
Quiero entender tu terror ahora,
la forma en que la tomaste
y la desfloraste como limpiando un pez,
la conversación de esposa al irte en la mañana.
Ahora que conozco el miedo del amor
quiero pensar en su cuerpo blanco y caliente
como un pez verdoso recién llegado a tierra
que se agita y se da golpes contra las rocas.
Cayó en tu regazo, temblando igual que tu pene,
una mujer enloquecida de amor, con el calor
de un libro recién impreso, tan aguda
como una herramienta nunca usada.
Ardía en tus muslos y todo lo que pudiste
hacer fue hurgar en su cereza
como sacando a un caracol de su oscura concha
y luego tirarla lejos. Me asombra el terror dispuesto
a perder tanto, me enamora la niña
entregada que fue hasta ti y te dio su ofrenda,
la carne delicada, como un festín
en una bandeja –sí, sí,
acepto el obsequio.
Poema no popular
Madre primeriza
Una semana después de que naciera nuestra hija,
me arrinconaste en la habitación de huéspedes
y nos hundimos en la cama.
Me besaste y me besaste, mi leche desató su
nudo corredizo y caliente a través de mis pezones,
empapó mi blusa. Toda la semana había olido a leche,
leche fresca, agria. Empecé a latir:
mi sexo había sido desgarrado como un trapo
por la corona de su cabeza, me habían cortado con un cuchillo
y cosido, los puntos tiraban de la piel—
y la primera vez que te rompen, no sabes
que vas a cicatrizar, mejor que antes.
Me acosté con miedo y sangre y leche
mientras me besabas y me besabas, tus labios calientes,
hinchados como los de un adolescente, tu sexo grande y seco,
todo tú tan tierno, te inclinaste sobre mí,
sobre el nido de puntadas, sobre
lo rajado y desgarrado, con la paciencia de alguien que
encuentra un animal herido en el bosque
y se queda con él, a su lado
hasta que vuelva a estar entero, hasta que pueda correr de nuevo.