Por: Tany G Fernández G
La mano
pródiga
-como una herida-
se abre.
Damaris Calderón
I
Mis manos se cansaron.
II
Han huido cuando las
dejé abiertas
y algo manchadas.
III
Manchadas
de ritmos
de distancias.
IV
No quisieron
tocar otras manos.
V
Tampoco saber las cosas
que pueden suceder
cuando quedan en ellas
unos labios.
VI
Se cansaron
de seguir el destino
marcado entre sus líneas.
VII
Se fueron
porque se les hizo insoportable
no escribir las palabras.
VIII
Mis manos
prefirieron huir
y dejarme abierta
como una herida.
VII
A mis manos
se les hizo más fácil huir
que ser poema.
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